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Levi Street / Vladimir Levi. El Arte De Ser Uno Mismo / Capítulo 2. ACERCA DE LA LOGICA FEMENINA, QUE ES PROPIA TAMBIÉN DE LOS HOMBRES

 

Capítulo 2. ACERCA DE LA LOGICA FEMENINA, QUE ES PROPIA TAMBIÉN DE LOS HOMBRES


para que los hombres puedan aplicar con provecho la autosugestión
consciente hay que enseñársela de la misma forma que se les enseña a leer y escribir.

Emil Cue



ACERCA DE LA LOGICA FEMENINA,
QUE ES PROPIA TAMBIEN DE LOS HOMBRES


Es útil saber que en la cabeza se encuentra siempre lo que no conocemos. La subconsciencia tan pronto se adelanta a la conciencia como queda rezagada de ésta por mucho tiempo: tiene su propia lógica. A cada instante conjeturamos inconscientemente sobre nosotros mismos. El azote del siglo son los estados paradójicos. El Círculo del Absoluto.



¿Somos autómatas?

Puede decirse que vivimos una vida forzada: tan poco depende de nuestra voluntad lo fundamental que sustenta nuestra existencia.
La máquina bioquímica del organismo nos obliga a vivir y nos permite tomar conciencia de nuestra propia vida: todos esos billones de células que componen nuestro cuerpo asimilan y eliminan, disocian y sintetizan algo sin que sepamos absolutamente nada y sin cesar nos enfrentan ante el hecho consumado de que somos nosotros. Sin preguntar nuestros deseos trabajan los riñones, el hígado y el bazo; en silencio renueva la sangre la médula ósea, el corazón late con persistencia... Cada uno de los cabellos vive su vida... No es nuestra voluntad la que pone en marcha este aparato, ni tampoco ella, con algunas excepciones, la que lo detiene.
Pero eso es poco. En la misma conciencia hay una masa que no depende de ella. La con-ciencia... Es una incontablecantidad de patrones interpersonales que al dejar su imprenta en el cerebro producen sentimientos e impulsos, pensamientos y juicios, decisiones y conductas que consideramos nuestros. ¿Existe algo propio, que no sea combinaciones nuevas de lo ya existente y asimilado?
Pero el autómata que se ha percatado de su automatismo, deja sencillamente de ser autómata. Cuando penetra en la esencia y en los vínculos de las cosas, cuando ve con claridad las relaciones de causa y efecto aparece la posibilidad de calcular. Lo que viene después sólo es cuestión de combinar correctamente los actos y entonces ya es posible crear.

El multifacético inconsciente

“Voy a casa, subo la escalera, me acerco a la puerta... En mi mano ya se encuentra la llave necesaria. Cómo apareció en mi mano no lo noté, el hecho ocurrió del modo más habitual y la conciencia sólo registró el resultado: he aquí la llave”. A veces, sin notarlo y sumido en algunas meditaciones, abro la puerta, penetro en la habitación, enciendo la luz y me quito el abrigo...
“Subconsciencia”, “subconsciente”, “inconsciente” son palabras que solamente se escuchan cuando se habla de la psiquis humana. Desde tiempos inmemoriales se conocía la existencia de esta colosal y confusa esfera cerrada dentro de nosotros, pero hasta el momento no se ha definido con exactitud.
¿Y, sin embargo?

“Por algún motivo ella decidió cerciorarse... En efecto, no tenía las llaves ... La mano buscó distraídamente por la hierba... ¡Por fin, aquí están! Se habían caído, pero no se dio cuenta de cuándo sucedió... Menos mal que notó su falta... Su acompañante se recordó entonces que una hora atrás, aproximadamente, había escuchado cierto sonido débil, pero no le había dado importancia... Evdentemente, ese mismo sonido lo había oído ella pero no estaba para eso, mientras que su cerebro durante todo ese tiempo trataba de resolver subconscientemente qué podría significar dicho sonido y, en el momento oportuno, aunque no directamente, trasladó la solución...”
¿No ocurren así estas cosas?..


Inesperadamente y de forma inexplicable N. ofendió a su mejor amigo. Para el mismo N. la causa se debió al comportamiento escandaloso y a la presunción de M. Pero la realidad es que no hubo tal comportamiento escandaloso. Sencillamente, N., hombre desafortunado, sin sospecharlo él mismo, hacía tiempo que envidiaba los éxitos de M. y sentía celos de su mujer por este último, la cual hablaba bien del mismo. N. envidiaba subconscientemente a M. y sin darse cuenta buscaba un pretexto para una disputa, que, finalmente, hubo de estallar.
No hay nada de extraordinario...
A Ud. le proponen meditar sobre cierto problema. “Está bien, lo pensaré” — responde Ud. Y, como ocurre casi siempre, deja el momento de las reflexiones para una fecha indeterminada, como si fuera olvidándose de todo. De repente, transcurrido cierto tiempo, el problema surge en su cerebro por sí solo, se presenta claro en casi todos los detalles y la solución está lista: la “orden” resultó ejecutada. Por tanto, ¿tuvo Ud. una concentración subconsciente?
Así, pues, volviendo a la tentativa de deducir una definición: es lo que en este momento tiene lugar en el cerebro, pero no se deja conocer. Sin embargo, nosotros mismos (u otra persona) directa o indirectamente nos convencemos de que esto ha sucedido, sucede y sucederá...

Esto siempre ocurre en nosotros

E x t r a c o n s c i e n t e m e n t e
trabaja el bazo, el hígado, la médula ósea, los glóbulos blancos y otros componentes materiales internos del organismo, incluyendo la mayoría de las células cerebrales...
I n c o n s c i e n t e m e n t e
el hombre da vueltas en la cama durante el sueño, grita de dolor, se lleva las manos a la zona adolorida, recurre a la imitación, trata de no estar solo, de perpetuar la especie, y de procurarse su parte de placer y sufrimiento...
S u b c o n s c i e n t e m e n t e
se preocupa por el futuro cuando aún no existen motivos para ello, experimenta vacaciones prohibidas, trata de presentarse en un aspecto mejor, incluso cuando es innecesario, al mismo tiempo conoce su verdadero valor, repara en un cúmulo de cosas, sospecha de algo, construye planes quiméricos y completamente reales, con frecuencia siente envidia, a veces resuelve problemas y compone algo...
C o n s c i e n t e m e n t e
guarda el dinero en la caja de ahorros, viaja en los aviones de Aeroflot, dice cumplidos, cuando hace frío se abriga, toma medicinas, deja de fumar, de nuevo practica la imitación, compone, siente sospechas...
De esta forma, aproximadamente, se puede representar el escalón que va desde el nivel de falta absoluta de conciencia hasta la toma definitiva de conciencia. Hasta un lector inexperto distingue cuán imprecisos son estos límites: el “nivel superior” de la falta de conciencia y el “nivel inferior” de la conciencia traspasan constantemente sus respectivas fronteras y a veces no se puede decir con facilidad cómo actúa y piensa una persona, es decir, si lo hace consciente o subconscientemente.
Durante la temporada de exámenes, al pasar por el metro “Universidad”, pueden verse estudiantes leyendo por el camino. Con la mirada casi fija en el libro estos jóvenes caminan con la suficiente seguridad como para no tropezar con nadie, apartarse a tiempo y no realizar ningún movimiento superfluo. De esa forma, sin apartar la vista del libro, abandonan la escalera automática... Desde luego, a pesar de esto ellos ven lo que les rodea con el rabillo del ojo...
Es incontable el número de actos semiconscientes o semisubconscientes de este tipo. El acto de lanzarse el portero sobre el balón puede ser a la vez deliberado y totalmente inconsciente: él “se lanza” y sólo al instante siguiente se percata de lo que ha ocurrido.
Un estrato de lo inconsciente está siempre presente en la psiquis, en cualquier momento, incluso cuando parece que el mismo trabajo de la subconsciencia se ha hecho accesible a la conciencia (como ocurría, por ejemplo, durante los destellos creadores del matemático Pouncaré). Naturalmente, no es posible conocer en un momento dado el contenido de nuestra subconsciencia, pero podemos hacernos un juicio sobre ello más tarde, por vía indirecta, y es posible prever su funcionamiento. Podríamos dar la definición siguiente: la conciencia es la “cúspide del iceberg” de la subconsciencia. Formulamos, pues, nuestro postulado fundamental: no hay nada subconsciente que tarde o temprano no pueda hacerse consciente, y no hay nada consciente que no pueda pasar a la subconsciencia.

Ese enrollado universo

No se sabe cuántos sentimientos, conjeturas e ideas viven, duermen o mueren en nosotros, permaneciendo “enrollados” sin llegar a la “superficie”. El tiempo de “vida” de una u otra idea, sentimiento, pensamiento, etc., en la conciencia es fácil de determinar, pero en la subconsciencia este tiempo es indeterminado: tanto el eco del pasado, como los contornos del futuro se mueven en ella como algo fofo y sin fuertes lazos que los unan, y por esta razón nunca se puede estar completamente seguro de lo que allí existe o no existe...

El círculo del absoluto

Todo lo que existe en el mundo, todo lo que se refleja en nuestra conciencia y subconsciencia, el cerebro lo descompone más o menos según el esquema siguiente: en el mismo centro se encuentra una zona que podríamos denominar convencionalmente Esfera que No Admite Dudas o Círculo de la Fe Absoluta.
Después siguen las esferas de Lo Cierto, Lo Dudoso, Lo Poco Probable y Lo Improbable (aquí también se dan definiciones convencionales).

El Círculo del Absoluto es en lo que creemos no sólo con el intelecto y la lógica, sino también con los sentidos. En otras palabras: son aquellas impresiones, pensamientos e ideas que pueden llegar a convertirse en nuestros estados.

La máquina de afirmar y negar

Ahora quiero describir cierto proceso aburrido. Ud. está sentado a la mesa y le brindan esto y lo otro. Esto quiere decir que deberá aceptar el ofrecimiento con gratitud o rechazarlo con cortesía... Pero, desde el primer instante Ud. no sabe que responder; primeramente debe consultarlo consigo mismo: en ese corto instante de la pregunta que Ud. se hace interiormente su rostro adquiere una expresión singular, única en su énero, mientras que en el cerebro, a una velocidad enorme, se efectúa un cálculo colosal, en comparación con el cual las operaciones de todas las computadoras electrónicas que hay en el mundo no son más que un deplorable diletantismo.
Veamos cuál sería el esquema aproximado de los hechos:
1. ¿Deseo, en realidad, comer?
(sí, atrozmente; sí, ¿cómo no?; es posible; ¿quién sabe?; mejor no acepto; no, de ninguna manera — subrayar lo necesario.)
2. Si lo deseo, ¿quiero precisamente este plato?
(deme por lo menos un poco; quiero bastante y esto sobre todo; sólo quiero esto; esto puedo pasarlo; lo mejor sería otra cosa, pero en último caso; cualquier cosa, menos ésta — cosa, tachar lo innecesario.)
Y todo esto llega a la conciencia en forma de una señal interna íntegra: “si” o “no” (“deseo” o “no deseo”)... Pero esto aún no es todo: antes de dar una respuesta de “salida” Ud. tiene tiempo para conciliar sus intereses puramente digestivos con los que son de otra índole. Puede darse el caso de que Ud. sienta enormes deseos de comerse ese plato, pero la dieta o la etiqueta no se lo permita o, por el contrario. la etiqueta le obliga a comer en contra de su voluntad.
Quedan todavía varios “si o no”...
Yo invertí cerca de diez minutos para describir, de la forma más superficial, lo que ocurre en el cerebro en una décima de segundo, —pues, por lo común, respondemos “tengo deseos” o “no tengo deseos”, sin pensarlo — y escogí esta cuestión del estómago intencionalmente, como una de las sencillas.
El problema consiste en que el mecanismo que determina las respuestas internas como “si” y “no”, “esto” o “esto no”, etc., es único y universal en su mismísimo fundamento. Este mecanismo es el mismo, ya se trate de que Ud. pregunte acerca de los deseos que siente su estómago, la capacidad para saltar por encima de una zanja o de escribir un artículo. Todo ello constituye una  a u t o p r e v i s i ó n   s u b c o n s c i e n t e. 
Ello tiene lugar en nosotros ininterrumpidamente.
He aquí un modelo.

Los estados paradójicos

Ante Ud. se encuentra un tronco de mediano espesor y hay que pasar por encima del mismo. Ud. pasa tranquilamente.
Lo repite una y otra vez con absoluta seguridad.
Veamos otra situación.
El tronco se halla a una altura de metro y medio. Ud. pasa, pero con menos seguridad, se tambalea varias veces sobre él.
Y ahora el tronco se halla a gran altura. Ud. no pasa.
Es terrible, ¡qué decir! Pero, ¿acaso no es éste el mismo tronco por el cual Ud. pasa con tanta facilidad cuando se halla sobre el suelo? No se ha puesto más estrecho, no. Se puede caminar por él con soltura. ¡Ud. lo sabe!
Pero no basta saberlo... Ya Ud. no cree que pueda pasar por él. No lo cree porque siente temor y teme porque no o cree. Y si camina con este temor, entonces se caerá de verdad...
Hagamos ahora un poco de esfuerzo mental e intentemos comprender qué ocurre.
Explicación subjetiva del motivo de la caída: “Sentí mareo... Perdí el equilibrio...” El fisiólogo argumentará que esto es el resultado de movimientos involuntarios y de la variación del flujo de los impulsos de los músculos del cuerpo. Esto fue lo que motivó la pérdida del equilibrio.
Pero, entonces, ¿por qué esto no ocurrió en el mismo tronco que se hallaba sobre el suelo?
Porque la subconsciencia tiene su propia lógica inconsciente, tanto en la percepción como en la acción. En este caso, a esta lógica es posible expresarla aproximadamente de la forma siguiente:

1. “El tronco... Es lo bastante grueso como para pasar por él. Está a baja altura... No hay peligro de caer. Es posible caerse, pero no tiene importancia si ocurre o no. La probabilidad de la caída se puede no tomarla en cuenta y caminar por él tranquilamente”.
2. “El tronco, pero es el mismo... ¡Y está alto! ¡Es el tronco más la altura!... Es peligroso caer de esa altura. No es lo mismo caer que no caer.. Hay que evitar la caída. Cualquier cosa es preferible, menos caer... Por tanto, hay que contar con esta probabilidad al máximo. ¡Puedo caerme!... No puedo descuidarme... Y sin embargo, puedo...”


Y entonces los músculos se contraen para mantener mejor el equilibrio y el aparato vestibular alcanza el estado de excitación: en todo caso es como si Ud. hubiera comenzado a caer... Este pronóstico de sí mismo y la emoción se funden en un efecto que toma la delantera: Ud. resulta víctima de un involuntario exceso de cautela.
Se produce la paradoja. ¡Precisamente el hecho de que “no debe caerse” aumenta la probabilidad de la caída! ¡Probabilidad subjetiva que se convierte en objetiva! La conciencia dice persuasivamente: “Esto no ocurrirá porque no debe ocurrir”, mientras la subconsciencia responde: “Esto no debe ocurrir, por tanto puede ocurrir...”
Esta es, en general, una particularidad interesante de la subconsciencia: la de desplazar la probabilidad subjetiva del hecho en dependencia de su importancia potencial. Existen estados paradójicos de signo opuesto o sustituciones defensivas en las cuales, por ejemplo, se ignora en forma inconcebible una amenaza palpable e inevitable.
Ahora Ud. no se asombrará si le digo que el tartamudo con frecuencia tartamudea sólo porque siente un excesivo deseo de no tartamudear y el que padece de insomnio no duerme a consecuencia del desmedido deseo de dormirse; que un hombre en una situación íntima sufre un fracaso por la sencilla razón de que se siente en la obligación de estar a la altura de las circunstancias, cueste lo que cueste... Se comprenderán, asimismo, muchos arranques neuróticos que se producen cuando se les espera subconscientemente, como los del tipo siguiente: “Con tal de que no...” Tal es la emoción que paraliza a deportistas, actores y a los que pasan un examen. ¿Y por qué es tan difícil “no pensar en un mono blanco”? ¿Qué nos induce inevitablemente a estremecernos y derramar un vaso lleno, si se nos ha pedido no derramar ni una gota? ¿No es lo mismo que impele al ciclista inexperto a chocar forzosamente contra el obstáculo que se levanta a un lado del camino? Eso mismo es lo que sencillamente lo “hala” hacia el obstáculo. Es el mismo mecanismo por el cual el temor se transforma en realidad debido al desplazamiento emocional de las probabilidades internas. La culpa de todo la tiene la lógica de la subconsciencia, esa misma lógica según la cual el fruto prohibido es siempre delicioso.
Y bien, ¿quién será el que pase por el tronco situado en lo alto?
Por supuesto, lo hará un acróbata especialmente entrenado. Pasará con absoluta soltura y facilidad, haciendo incluso juegos malabares. Y eso, precisamente, es lo que le ayuda. Los obreros que trabajan en alturas también lo dicen: una vez que han logrado apartar esa idea y pensar en otra cosa menos en la altura, entonces todo marcha a pedir de boca.
Lo pasará también un individuo bajo hipnosis profunda a quién se le haya inculcado la idea de que el tronco se halla a poca altura o que él es un acróbata hábil y audaz (un adolescente que hipnoticé y al cual le hice creer que era un célebre volatinero, caminó sin dificultad por el larguero superior de una portería de balompié).
Lo pasará, además (y corriendo), el que intenta salvarse de un peligro mortal. Tales casos se han registrado: personas que tratando de salvarse o de salvar a alguien apenas por un pelo han sorteado abismos. En este caso un clavo saca otro.
Y, por último, lo pasará aquel que haya adquirido suficiente dominio del AE...
¡Querido lector! Es una suerte para Ud. si en su vida no existen, no han existido o no existirán “troncos” como éste. En cada uno de nosotros puede aparecer un estado paradójico. Este surge tanto más fácil cuanto más importe para Ud. dicho momento, asunto o persona...
Vamos a hablar de los medios que permiten si no en total, al menos en parte (pero ya como recurso salvador) controlarnos en tales instantes: la distribución consciente del Círculo del Absoluto y el Control del mecanismo de la fe individual. Pero aquí no podemos limitarnos a una simple receta prescriptiva. Lo más importante es acercarnos a la comprensión de la esencia. Lo más esencial es que trabaje el propio pensamiento y el alma franca, que busque y confíe...

Capítulo 1


Capítulo 3





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