дом леви
кабинет бзикиатрии
кафедра зависимологии
гостиный твор
дело в шляпе
гипнотарий
гостиная
форум
ВОТ
Главная площадь Levi Street
twitter ЖЖ ВКонтакте Facebook Мой Мир
КниГид
парк влюбленных
художественная галерея
академия фортунологии
детский дворик
рассылочная
смехотарий
избранное
почта
о книгах

объявления

об улице


Levi Street / Vladimir Levi. El Arte De Ser Uno Mismo / Capítulo 8. NUESTRA MUSICA

 

Capítulo 8. NUESTRA MUSICA


La prisa es buena cuando se cazan pulgas.

Sabiduría popular



NUESTRA MUSICA


Algunos procedimientos para ejercitar las velocidades psíquicas. Al dominar su ritmo interno Ud. aprenderá a apurarse sin agitarse. Cómo ayudarse con la músiсa.



¡El ritmo y nada más que el ritmo!

“Hay tiempo”, esta aseveración es mi principal enemigo y por su culpa he perdido tantas cosas que no vale la pena contar...
“Hay tiempo”, me digo y continúo acostado en mi cama y se me hace tarde para ir al trabajo. “Hay tiempo”, y mientras más importante es un trabajo tanto más me empeño en dilatar su ejecución. Tomé conciencia de esta horrible fórmula de la indisciplina después de haber recibido una terrible reprimenda cuando en cierta ocasión no cumplí un asunto importantísimo. ¡“Basta"! — me grité a mí mismo. A partir de mañana tu fórmula será: “Impostergable. Urgente... Inmediatamente... Cueste lo que cueste... En este mismo instante...” A partir de mañana... ¿Pero, por qué no hoy? ¿Estoy volviendo a las andadas? No, estás bromeando. Tiene que ser ahora o nunca”.
Puse manos a la obra, como un escarmentado, como alguien que se libra de la muerte. Este equipo lo monté antes del plazo fijado y por vez primera, por extraño que parezca, apareció en mí una reserva de tiempo libre: no tenía que posponer nada... Contrariamente a lo habitual, comencé a sentirme libre de presiones. Me ocupé de una cosa que hacía tiempo tenía en mente y fue aquí donde tuve la sensación repentina de que la fórmula “ahora o nunca” se había alojado en mí... Además, surgió esta otra: “lo principal es tener tiempo para lo fundamental" ... Me resultó interesante ejercitar esa oportunidad “instantánea”. Comencé a vivir como si siempre estuviera retrasado y el conocimiento secreto de que en realidad esto es falso, de que es un juego, algo convencional, me colma de alegría. El ritmo de mi vida se hizo más rápido, siempre saco ventaja de tiempo a todo, no porque esto constituya un plan, sino porque me ayuda a mí mismo y me estimula...

G., radiotécnico”.


“Cuando comprendí que mi defecto fundamental era un nerviosismo agitado y ansioso, una prisa febril que ahogaba todo lo mejor de mi persona, incluso el habla, decidí jugarme la carta. Determiné entonces que lo que yo necesitaba era ir más despacio y comencé a adoptar ese ritmo lento día tras día hasta llegar a los extremos de fanatismo. Tan pronto como podía me relajaba, imaginándome que era una cinta cinematográfica dando vueltas a la velocidad más pequeña, o bien una tortuga o un caracol; me figuraba que estaba en la playa y que por todas mis venas fluía una pereza abrumadora; que el tiempo se había detenido y que por delante de mí había toda una eternidad. Yo no me convertí en un flemático, pues a veces atravieso momentos febriles, pero me siento con mucho menos tensión...

D., estudiante en proceso de titulación”


“...El ritmo del tiempo influye mecánica, intuitiva o conscientemente en nuestra vida interna, en nuestras sensaciones y vivencias”.
“... Es el amigo más allegado y el colaborador de las sensaciones porque es muchas veces el estimulante directo, inmediato y, en algunos casos, mecánico, de la memoria emocional y, por tanto, de la misma vivencia interna”. “No es posible tener sensaciones adecuadas si el ritmo del tiempo es incorrecto e incompatible.
No se puede hallar el ritmo de tiempo correcto sin experimentar simultáneamente las sensaciones que le corresponden”.
Así Stanislavski definió y corroboró estos juicios con la experiencia.
Mediante los ritmos del tiempo “puros” que se registraban con un metrónomo, fue posible “poner en marcha” determinados estados de los actores y junto con aquéllos, toda una serie de vivencias acumuladas. A los actores — discípulos se les propuso una escala convencional que constaba de 10 ritmos del tiempo:

No. 1 — máxima pasividad;
No. 2, 3, 4 — paso gradual a un estado de ánimo vivaz y de energía;
No. 5 — disposición para cualquier acción;
No. 6 — atención alerta, ritmo de decisiones;
No. 7 — superación de serios impedimentos, acción enérgica, alarma y alegría;
No. 8, 9 — ritmo febril de vida;
No. 10 — momento antes de una caída, comienzo de la imprudencia.

Para el teatro esto fue una revelación. Pero en un sentido amplio, el descubrimiento del efecto psíquico del ritmo del tiempo fue realizado en épocas inmemoriales. ¿Qué cosa es la música si no un medio de conexión rítmica de los estados psíquicos?
Para los fines prácticos es suficiente saber que en cada momento vivimos en cierto ritmo psíquico. Es una especie de velocidad interna única, más bien la resultante de todas las velocidades que se transmiten al cerebro desde afuera y desde adentro y la relacionada con el tono, las emociones, la atención y los movimientos. Expresar ésta en magnitudes absolutas es difícil porque cada cual tiene su ritmo interno individual y, por consiguiente, su sistema de cómputo. Pero pese a esto la amplitud es aproximadamente igual en todos, lo que, ha permitido crear una escala de ritmos musicales comprensible para todos. Los ritmos musicales constituyen los exponentes externos de los ritmos psíquicos globales.
De esta forma, para unos el problema consiste en apurarse y para otros, proceder con menos rapidez. ¡Pero yo personalmente deseo enviar una

¡maldición a la prisa!

Todo el mundo está apurado, trajina, va de un lado para otro; se apremian unos a otros, se empujan, se inquietan; cada cual trata de ganar la delantera, dejar atrás a los otros, apartar a los demás, ocupar un asiento, atropellar, arrancar botones, colarse delante; todos están tremendamente ocupados, excesivamente retrasados, extremadamente excitados. Se oyen frases como éstas: “no se demore, apúrese”, “¿no puede andar más de prisa?”, “rápido, rápido”, “urgente”, camine, ¿por qué se detiene?”, no le deje pasar sin cola...
Este nerviosismo que a nadie le hace falta, este estado de excitación febril, este temor por la falta de tiempo que da vueltas en torno a la subconsciencia, esta picazón en los pies, en las manos, en las suprarrenales... Más bien sirve de estorbo, de freno y estancamiento... Una persona que sufre de neurosis colectiva de la prisa no se da cuenta incluso de cuánto tiempo pasa inútilmente y qué perjuicios le reporta. Invierte el tiempo en la prisa, consume la materia más preciosa del cerebro y no hace más que dar tropiezos. Todavía ninguna cola se ha movido en un segundo más rápido por el hecho de que los ciudadanos que están de pie se sientan roídos de impaciencia y, por otro lado, cuántos hombres-horas y hombres-cerebros se precisan para aclarar malentendidos y hasta qué punto se dificulta que en tales condiciones la gente empiece a razonar y tratar uno al otro.
Nuestra tesis es sencilla. Por cuanto todos nosotros vivimos en un estado de premura crónica, refleja, es necesario, por tanto, que contrarrestemos esto, aprendiendo a tomar las cosas con más calma.

Vísteme despacio que estoy de prisa

Al observarse a sí mismo diariamente trate de reconocer, tantear y palpar toda la amplitud de sus ritmos y comience a dominar una disminución interna plástica.

Lenta y suavemente, hasta donde pueda, apriete y afloje los dedos de las manos, todos juntos y uno por uno, de una sola mano y de las dos a la vez. Trate de que no se produzca la más mínima sacudida o interrupción. Efectúe de esa misma forma otros movimientos. Traslade lentamente los ojos de un objeto a otro. Hágalo con mucha lentitud. Con más lentitud aún.
Acostado boca arriba, sobre una almohada baja (liberación de tensiones), lentamente hasta donde pueda, mueva la cabeza a la derecha e izquierda', con los ojos cerrados es mejor. Haga el ejercicio 10 — 12 veces.
Pronuncie algunas palabras y frases despacio y en forma alargada.
Cambio gradual: lleve el conteo de su pulso en voz alta y mentalmente cuente 30 pulsaciones; después cuente de dos en dos, o sea, 20 pares de pulsaciones y seguidamente cuente de tres en tres, o sea, 10. Proceda de la misma manera con la respiración (como unidad de conteo se toma cada inspiración — espiración) y a la inversa.
Durante 2 — 4 minutos realice actividades corrientes, como si a Ud. se le hubiera tomado una película en cámara lenta.
Ahora, todo eso hágalo con más rapidez. Imite un estado de premura agitada e inquieta. acelérese Ud. corre por la habitación, está buscando algo! Y, súbitamente,... aleje de sí y disuelva el estado creado mediante la dilación interna, libérese de las tensiones... Adopte ahora un ritmo moderado, conservando en éste la disposición para actuar con lentitud o rapidez... Que alguien dé instrucciones de pasar de un ritmo a otro (lentamente... rápidamente... moderadamente... rápidamente... moderadamente... lentamente... rápidamente... lentamente...) Actúe de modo irregular y en forma paulatina.


Los pasos de un ritmo lento a uno acelerado y, viceversa, sirven de magnífico tonificador y ejercitan la plasticidad psíquica. Precisamente el cambio fácil de ritmos y la conservación de la ligereza y plasticidad en la rapidez son característicos de la organización del temperamento más adecuada: el sanguíneo.
La etapa más compleja de estos ejercicios es combinar diferentes crono-ritmos.

Para comenzar, trate de apretar y aflojar el puño de una mano a un ritmo lento, y la otra, a un ritmo rápido. Cambie bruscamente: la derecha despacio y la izquierda rápido; la derecha rápido y la izquierda despacio.

Esto se logra bastante pronto, pero simultáneamente balancear la pierna izquierda a un ritmo moderado, apretar y aflojar la palma de la mano derecha a un ritmo rápido y la de la izquierda a un ritmo lento, al principio parece una tarea irrealizable. Ud. notará que los diferentes ritmos armoniosos se superponen mejor unos sobre otros cuando tienen ciertas razones numéricas regulares, como, por ejemplo, 1/3 ó 1/4.
Una vez que se haya acostumbrado a percibirse de su propio ritmo y que haya aprendido a sentirlo y regularlo, Ud. estará en posesión de una poderosa palanca adicional de autocontrol y su psiquis se hará más libre y fuerte. El ejercitamiento del ritmo armonioso psíquico también está comprendido en el AE: la “entrada” en el relajamiento autógeno es siempre un retraso interno y la “salida”, es la aceleración hasta el grado que sea necesario.
El mejor auxiliar en el aspecto del ritmo armonioso del AE, así como en todos los demás es

La música

Vivimos en una época en que la persona que se preocupa de su psiquis necesita buscar la forma de estar a salvo de la música. Pero la culpa no la tiene la música, sino la mala educación de la gente que trata a ésta y uno al otro.
El tesoro musical de la humanidad es tan infinito y los medios de grabación y radiodifusión tan accesibles y cómodos que es sencillamente un pecado no llamar a la música en auxilio de nuestro cerebro. Este llamamiento puede ofender a los admiradores apasionados, para los cuales la belleza de la música es sagrada. Pero, en primer lugar, existen los festines festivos y el alimento cotidiano y, en segundo lugar, los rituales musicales más elevados son, sin embargo, mentalmente higiénicos por su esencia.
Para que la música se convierta en el auxiliar cotidiano suyo es necesario que estudie atentamente cierto tiempo sus reacciones musicales. El mejor de los medicamentos psíquicos es una correcta selección individual y un modo correcto de escuchar la música. No voy a dar ninguna receta, pues el repertorio debe ser enteramente determinado por sus gustos e inclinaciones. En caso de un total desapego a la música, no se puede, naturalmente, hablar de su uso, pero las personas que están privadas de su apoyo, no saben lo que irreparablemente pierden.
Lo ideal es que el día comience y termine con música. Mejor todavía si durante el día se logra intercalar al menos un intermedio musical, acompañar con música el AE o cualquier otra actividad. Con la abundancia actual de medios de reproducción de música, esto, repito, no es complejo y lo fundamental es saber hacer uso de la música, ya que ésta, como todo bien mayor, se convierte fácilmente en mal. He aquí lo principal.
1.La música debe estar en correspondencia con su tarea interna. El hecho de que para el relajamiento es necesario una música lenta, apacible y para la tonificación, una música animada está claro para todos, pero la cuestión no consiste solamente en esto. Nunca escuche una música que provoque
en Ud. la más mínima protesta interna contra su género, la calidad de la ejecución, asociaciones desagradables casuales, etc. La música debe ser exclusiva e incondicionalmente suya, de su preferencia.
2.La audición debe ser la mínima óptima, es decir ser no mayor de la que es suficiente para no poner en tensión el oído.
3.El tiempo de duración también debe ser el mínimo óptimo. Desconecte la música en cuanto empiece a notar que su efecto comienza a decaer.
4.Debe renovarse el repertorio de vez en cuando. Para lograr un efecto del mismo tipo (digamos, de una tonificación por las mañanas) es conveniente disponer, al menos, de tres o cuatro obras musicales para alternar. Por otra parte, “la capacidad de saturación” con una pieza musical, al igual que todas las propiedades de la percepción musical, es individual.
5.La música facilita el trabajo de tipo mecánico (incluyendo el intelectual, como las operaciones de computación, aunque no en todas las personas), pero generalmente sirve de estorbo a una labor vinculada con el análisis de un material y la adopción de nuevas decisiones. En estos casos, la audición previa ejerce un buen efecto.

Capítulo 7


Capítulo 9




Поделиться

twitter ЖЖ ВКонтакте Facebook Мой Мир Одноклассники

Rambler's
Top100


левиртуальная улица • ВЛАДИМИРА ЛЕВИ • писателя, врача, психолога

Владимир Львович Леви © 2001 - 2024
Дизайн: И. Гончаренко
Рисунки: Владимир Леви
Административная поддержка сайта осуществляется IT-студией "SoftTime"

Rambler's Top100