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Levi Street / Vladimir Levi. El Arte De Ser Uno Mismo / Capítulo 12. RECURRIENDO A MORFEO

 

Capítulo 12. RECURRIENDO A MORFEO


Cada día renuévate totalmente. Repítelo una y otra vez de nuevo.

Recomendación escrita, según la leyenda,
en el baño de uno de los emperadores chinos.



RECURRIENDO A MORFEO


He aquí, por fin, una autohipnosis completa: el autorrelajamiento profundo, clave para controlar el tono, el estado anímico y el funcionamiento de la mente. En el relajamiento Ud. se confía por entero a la subconsciencia. El sueño deja de ser un problema. Los estados extraños suelen ser necesarios. La astucia de la voluntad se necesita más por la mañana y por la tarde, pero también por el día. Humor no menos de 12 veces al día.



La pesadez más ligera


Las manos se ponen pesadas,
los pies se ponen pesados,
los párpados se tornan pesados,
se llenan de pesadez,
cada vez se llenan más de pesadez,
todo el cuerpo está pesado, relajado...


En una sesión de hipnotismo estas palabras son usuales: yo las pronuncio casi a diario en mi gabinete. La sensación de pesadez en los músculos es el signo subjetivo de un profundo relajamiento: es así como los músculos dan a conocer al cerebro que no desean obedecerlo, que necesitan reposar. Esta sensación aparece espontáneamente en caso de un fuerte cansancio y cuando se desea dormir.
La sensación de pesadez puede ser desagradable. Pero si nos entregamos al descanso, ésta adopta el carácter de una agradable y profunda languidez. Esto es lo que hay que lograr, si Ud. desea relajar profundamente los músculos.

(Expulsión de tensiones. Respiración libre. “Calor").
Mi brazo derecho se pone pesado,
la pesadez llena mi brazo,
entra en él como plomo,
aumenta,
mi brazo pesa, etc.


Ideas por medio de imágenes: la mano es una pesa, un plomo, se llena de mercurio, etc. O la simple “concentración de una sensación”.
La sensación de una pequeña y agradable pesadez en los músculos puede aparecer ya espontáneamente durante la “eliminación de tensiones”: en este caso, aquélla se convierte con singular facilidad en somnolencia y si Ud. no desea dormirse rápidamente es mejor que no trate de detenerse en la pesadez.
Combinaciones con el calor:

la mano está pesada, cálida,
se llena toda de agradable y tibia languidez...


Aumentando el relajamiento:

la mano está blanda, relajada, indolente,
fláccida, pesada...


Esquema corriente para autosugerirse pesadez: primeramente las manos, una después de la otra (los zurdos deben comenzar por la izquierda) o ambas a la vez y después, los pies. Cuando esto se logra, todo el cuerpo comienza a parecer pesado:

Soy todo suavidad, relajamiento, flaccidez,
estoy pesado,
cálido, me encuentro en una languidez agradable
y perezosa...


En realidad, ésta es la pesadez más ligera. Una vez que se ha alcanzado este estado, sobre todo combinado con el calor esparcido, cuando la respiración está libre de impedimentos (la del sueño) y el rostro relajado, son contados los pasos que quedan para llegar al sueño. Precisamente este estado se puede llamar autohipnótico en todo el sentido de la palabra, pudiéndose concluir con el AE preonírico, es decir, adormecerse, y el mismo constituye un fondo magnífico para diversas autosugestiones. En dicho estado se puede “insertar” cualquier fórmula mental y oral (sobre todo da buenos resultados al aplicarla al ritmo de la respiración) o cualquier idea en forma de imagen.
La única dificultad consiste en mantener el estado en semivela, pues algunas personas se hunden en el sueño con demasiada rapidez. Pero esto no constituye un impedimento de importancia: ¡concéntrese bien en la fórmula necesaria antes de autosugerirse la pesadez! Entonces la fórmula podrá expresarse subconscientemente un buen número de veces y fijarse. Duérmase por un tiempo permisible y que lo despierte a Ud. el timbre del despertador. Pero si en realidad no tiene deseos de dormir, los métodos de tonificación (págs. 107 —112) están a su disposición en cualquier momento, mientras no esté Ud. durmiendo todavía.
A algunas personas excitables e inquietas les resulta completamente imposible lograr la sensación de pesadez o bien les cuesta mucho trabajo provocarla y, en lugar de esta sensación, experimentan inmovilidad o tensión. En ese caso, obviando este ejercicio, preste atención a los relajamientos locales. Como una forma de compensación, los ejercicios para generar calor suelen ser fáciles para estas personas.
No hay que inculcarse la sensación de pesadez solamente en la cabeza.

Encargo para la noche

... Ya Ud. se encuentra acostado. Precisamente en ese momento la idea de las calamidades, trastornos o achaques que Ud. padece es más punzante e insoportable. Este pensamiento se le echa a Ud. encima, le oprime y quema y lo llena todo con su presencia. Pero, finalmente, llega un momento en que los pensamientos comienzan a mezclarse y a dispersarse.

En ese mismo instante, antes del desvanecimiento, comience a repetir en un susurro silencioso, monótonamente, con voz rápida, en tono indiferente, ausente, sin sombra de expresión, como si no le concerniera y otra persona lo hiciera por Ud., las siguientes palabras: “Esto pasará... Esto pasará... Esto pasará...”.

Repítase estas palabras 50 veces y más y hágalo con la misma indiferencia y monotonía, ingenua y mecánicamente como los niños, hasta que quede Ud. sumido definitivamente en el sueño. Por la mañana, ya después de la primera vez, sentirá Ud. un notable alivio. Hágalo día tras día y con asombro descubrirá que sus achaques le abandonan...
Antes de que apareciera el autoentrenamiento, éste era aproximadamente el método que enseñaba a sus pacientes Emile Cue, uno de los iniciadores de la autosugestión terapéutica en Europa de los tiempos modernos. De esta forma curaba él todo género de enfermedades psíquicas y corporales.
Como toda novedad de la medicina, este sencillo método estaba predestinado a pasar el pasajero pico del éxito, fue sustituido luego por la decepción con algunos tenues asomos de entusiasmo, hasta que, finalmente, cayó en un olvido casi completo... La ola de entusiasmo que en gran medida determinó el mismo éxito, no podía durar eternamente. Por otra parte, este olvido es, desde luego, inmerecido. Del método de Cue se han tomado aspectos extraordinariamente importantes. En primer lugar, el relajamiento preonírico y el natural estado autohipnótico del cerebro. En segundo lugar, el tono paradójicamente indiferente y el balbuceo infantil semiausente. ¡Hábil truco psíquico, engaño de la subconsciencia! En realidad, no existe ni puede existir indiferencia hacia lo que es vitalmente importante: en este caso, la indiferencia es sólo un disfraz para que no surja un marcado contraste entre el deseo y la realidad, para que no se acentúe un autopronóstico negativo...
El método de Cue — la autosugestión preonírica — donde mejor cuadra es en dos casos: en primer lugar, cuando hay que librarse de cierto estado atormentador, persistente y obsesivo que nos consume día tras día (sea enfermedad o un amor no correspondido) y, en segundo lugar, cuando estamos próximos a afrontar situaciones de especial importancia (un examen o una comparencia pública). En el primer caso no es de esperar un éxito rápido; en el segundo, es posible.
Cumpla todas las etapas de relajamiento, respire con aspecto soñoliento inculcándose para sí su fórmula. Si lo que está por suceder le inquieta hasta tal punto que aparece el insomnio (Ud. se encuentra excesivamente tenso y al acostarse siente que no hay indicios de somnolencia, ni ha podido dominar el autorrelajamiento como es debido), puede utilizar un calmante, como gotas de valeriana, o en caso extremo, un leve soporífero, y a los primeros indicios de somnolencia, comenzar la autosugestión. En lugar de “esto pasará” se puede utilizar cualquier otra fórmula. Al acostarse a dormir puede encargarse a sí mismo la solución de un problema difícil, deciéndose a sí mismo: “lo resolveré”. Las posibilidades serán mayores al día siguiente, sobre todo, si Ud., además de la autosugestión nocturna practica la matutina, inmediatamente después de despertarse.
Tomando el ejemplo de Saint-Simon, a quien su criado despertaba invariablemente con estas palabras: “¡Levántese, conde, que le esperan grandes obras!” (Ud., desde luego, no tiene un criado, pero, de todos modos, le esperan grandes obras), plantéese el objetivo de aprender, apenas se despierte, a “atrapar” inmediatamente a su cerebro con la fórmula necesaria del estado anímico y del fin que se persigue: tómese desprevenido, tibio como una criatura. Si posee Ud. un magnetófono, la grabación necesaria (preferiblemente, palabras acompañadas de música, pero, esto, según los casos) se puede preparar por la noche y conectarla por la mañana, con sólo extender la mano. Si a Ud. le espera una mañana de trabajo, pero Ud. es uno de esos hombres de negocios que le gusta quedarse acostado un rato más, la grabación que oiga por la mañana debe intensificar su vivacidad y perentoriedad con bastante rapidez y será mucho mejor si de paso le hace reír. (Pues nadie debe olvidar que el humor no es un estorbo para la autosugestión.) Pero si no dispone de un magnetófono e incluso su radio no funciona, tanto mejor: en cuanto se haya despertado, rápidamente ponga a funcionar la grabación necesaria en su cerebro. Resulta maravilloso cuando el día, desde que empieza hasta que termina, está gobernado por la voluntad del espíritu. Su mismo organismo le proporciona a Ud. un estado excelente y receptivo dos veces al día como mínimo, pero cuando haya aprendido a relajarse profundamente, podrá Ud. crearlo cada vez que lo necesite. ¡Y cada cual sea su propio hipnotizador!
A propósito, vamos aquí a compartir con el lector una experiencia personal de uno de mis colegas psicoterapeutas más allegados a mí (con la autorización personal de él).
Sobre la base de la autohipnosis, acompañada de profundos y pasajeros relajamientos (de 10 a 15 minutos, una o dos veces al día), ya hace varios años que este doctor mantiene un modo de vida intenso y forzosamente arrítmico que comparte entre la gente y su trabajo, durmiendo, por término medio, no más de 4 a 5 horas al día. Sin recomendarle a nadie que viva de esa forma, este mismo colega, sin embargo, no se queja: “hasta ahora — afirma él — vivo como quiero y como puedo”. La autohipnosis concentrada le ayuda especialmente antes de iniciar largas sesiones de hipnotismo con sus pacientes, las cuales desarrolla con extraordinaria intensidad. Cuesta trabajo creer que hace unos diez años, cuando aún no dominaba el AE, este campeón de la hipnosis era el neurótico más insoportable con todos los complejos que sólo en este mundo suelen haber. Este hombre luce mucho más joven para sus años (tiene 56), se ve fresco, alegre y travieso como un niño y su electrocardiograma está limpio como las primeras nieves, pese a que fuma mucho y otras cosas por el estilo. Lo que más le ayuda — asegura él — es la autohipnosis mientras va caminando: una inusual marcha rápida, durante la cual, este colega se relaja al máximo física y emocionalmente y se concentra mentalmente. Si Ud. alguna vez ve en una de las calles de Moscú a un hombre de aire preocupado que anda de prisa como un automóvil de carreras, susurrando algo y sonriendo como Buda, puede Ud. estar seguro de que trabaja en uno de los institutos de psiquiatría.

Como aprender de nuevo a dormir

Se aconseja no comer demasiado antes de retirarse a dormir: dar, por lo menos, un paseo corto; tomar una ducha o lavarse los pies con agua templada; ingerir medio vaso de agua hervida y tibia, preferiblemente con miel, antes del mismo momento de ir a dormir... Asimismo, se recomienda un lecho cómodo, ni demasiado blando ni demasiado duro, una almohada ni demasiado alta ni demasiado baja, aire fresco en la habitación, tranquilidad relativa...
Todo esto es sencillo. Más difícil es lograr estas dos cosas:

acostarse a dormir en el momento oportuno.
Estar interiormente preparado para el sueño.


¿Qué significa acostarse en el momento oportuno?
¿Quiere decir que es indispensable acostarse a una misma y determinada hora?
Es lo deseable. Pero a veces resulta que hoy la hora apropiada es a las 12 y mañana será a las 10.
No voy a mencionar las charlas a deshora, las “libaciones”, la preferencia y otras ocasiones en que la gente renuncia al sueño por su propia voluntad: aquí no hay nada de qué lamentarse, como no sea de las tentaciones. ¿De qué forma ayudar a los que no pueden ceñirse al gráfico del sueño por causas que, evidentemente, no dependen de ellos?
Si desde que empieza a anochecer a Ud. le entra sueño (Ud. es una “alondra” por su tipo o sencillamente tiene un fuerte cansancio al finalizar el día o precisamente hoy se siente extremadamente cansado), trate lo más rápidamente posible de dejar lo que está haciendo para la mañana siguiente (¡siempre se puede actuar de esta forma, cuando se ha rebasado la pegajosa inercia nocturna!) y de acostarse. Lo mejor que puede hacer es levantarse más temprano que de costumbre, pero por la noche no espante el sueño, sea obediente consigo mismo y no pierda la oportunidad de dormirse por la vía natural.
Si no obstante, las circunstancias le obligan a sobreponerse al sueño, trate de hallar ocasiones para el mismo o al menos para el relajamiento por el día, aunque sean 5 minutos: durante los momentos de espera, cuando utilice los medios de transporte, etc. En los períodos en que se produce un déficit obligado de sueño (ocasionado por el trabajo o los hijos) es particularmente importante permanecer bastante tiempo al aire libre y no permitirse ningún tipo de exceso. Lo que importa no es el número de horas de sueño, sino en qué medida el cerebro logra volver a cargar sus mecanismos del tono.
Si, por el contrario, la tonicidad aumenta por la noche y su cerebro lo que hace es “desencadenarse” y producir un torrente de ideas, deseos o actividad (Ud. es una “lechuza” innata o está acostumbrado a eso), no hay problemas de ningún tipo en caso de que no tenga necesidad de levantarse temprano. Pero si tiene que hacerlo, entonces habrá que modificar el gráfico de la tonicidad. Haga uso del AE. Un profundo relajamiento le ayudará a dormirse con mayor rapidez. Inclusive, si de todos modos Ud. va a permanecer despierto largo rato, los ejercicios de relajamiento de la noche le añadirán una considerable cantidad de reposo que Ud. no dejará de percibir por la mañana. Esfuércese un tiempo por levantarse muy temprano y esto le ayudará a modificar el gráfico del tono. Los relajamientos diurnos también ayudan a alcanzar la medida del reposo.

El sueño no es nada; el descanso lo es todo

— Dígame si estoy o no en lo cierto: ¿Ud. primero se siente de mal humor porque no puede dormir y después no puede dormir porque se siente de mal humor?
— Exactamente. Es una especie de círculo vicioso.
— Pues le propongo salir del mismo mediante un método sencillo y probado.
— ¿Cuál?
— Renunciar al deseo de dormir.
— No entiendo cómo puede ser eso, pues yo deseo dormir y sueño con ello.
— Sin embargo, cuando renuncie a esa idea, sólo entonces vendrá el sueño.
— Pero, ¿Cómo?
— Es muy sencillo. El sueño significa inactividad de la conciencia, ¿no es cierto? Si la conciencia está en actividad no puede haber sueño y si se siente sueño, quiere decir que la conciencia no está activa. La conciencia no puede atrapar el sueño; lo único que puede hacer es ahuyentarlo. Cuando Ud. se pregunta a sí mismo: “¿Estoy durmiendo o no?”, “¿Cuándo lograré dormirme?”, no hace más que ponerse trabas para dormirse. ¡Y precisamente porque Ud. tiene deseos de dormir!
En la práctica psicoterapéutica no pasa un día sin que se produzca una conversación como la descrita.
En efecto, el insomnio es nocivo en un 90%, mas no en sí mismo, sino por sus fenómenos psicológicos. El principal de éstos es el efecto emocional que produce esa convicción estereotipada y profundamente arraigada de que “hay que dormir”. “Hay que dormir, porque todos duermen por la noche y yo mismo lo hacía en otros tiempos. Se sabe que la norma del sueño es de 7 a 8 horas... Hay que dormir, porque el insomnio resta fuerzas y agota el organismo... ¿Cómo voy a trabajar durante el día si no he podido dormir? Hay que dormir, porque si no duermo, quiere decir que algo dentro de mí no está funcionando bien...”
Tales razonamientos, más o menos conscientes, producen involuntariamente una fuerte tensión negativa. La idea de que “hay que dormir” llega a sobre valorarse y el reconocimiento de que “no puedo dormir” se torna catastrófico. Aún antes de acostarse a dormir, incluso sin pensar en ello, la persona ya está esperando con temor subconsciente la habitual tortura del insomnio. El mecanismo del estado paradójico actúa con todas sus fuerzas: el sueño se invoca con tanta ansiedad y desesperación que hasta un difunto de taberna se pondría de pie y la “contrariada” subconsciencia se encoleriza, estableciendo su pronóstico emocional negativo: “Vaya, de nuevo no puedo pegar ni un solo ojo... Me desperté otra vez y seguro que no vuelvo a dormirme...”
Y, desde luego, cada cual considera que su insomnio es único y excepcional.
Sin duda que hay que dormir, pero, ¿qué cantidad de tiempo? Esto quien mejor lo sabe es el mismo cerebro, el péndulo de su tono, al cual no le interesan en absoluto nuestros vagos conocimientos sobre las normas del sueño. Privar al cerebro de la dosis de sueño que necesita no resulta más fácil que paralizar el corazón a voluntad propia. La capacidad del cerebro para tomar, perceptible o imperceptiblemente, su porción de sueño, incluso cuando las circunstancias obligan a guardar una constante vigilia, es sencillamente sorprendente: ello lo demostró la guerra y lo continúa demostrando el insomne desvelo de las madres lactantes. Por supuesto, cuando el cerebro tiene que “robar” el sueño al estado de vigilia, éste sufre daño y se resiente... Pero, pese a todos los suplicios y síntomas peligrosos, todavía no se ha muerto nadie en el mundo ni se ha vuelto loco por estar privado del sueño. Podemos citar casos de personas que accedieron voluntariamente a someterse a un insomnio experimental de varios días y sólo necesitaron dormir una vez por espacio de 10 a 12 horas para el restablecimiento prácticamente total de su estado normal.
La dosis de sueño y el gráfico del ciclo sueño-vigilia no sólo son diversos en diferentes personas, sino que también pueden ser extraordinariamente variables en una misma persona, en dependencia de un gran número de circunstancias externas e internas (edad, clima, época del año, estado del tiempo, actividad laboral, alimentación y tensión emocional). Todas estas variaciones son completamente naturales.
Para aquellas personas en las que el sueño ha llegado a constituir un problema, es razonable, por supuesto, que consulten a un médico. En algunos casos es imposible prescindir de una prudente administración de sedantes o soporíferos bajo el estricto control del médico. (Por cierto, entre los métodos de curación del insomnio, recientemente apareció uno “paradójico”; la prescripción de leves preparados estimulantes en las horas de vigilia, desde por la mañana, a fin de ajustar las oscilaciones del péndulo.) Pero la clave principal para controlar el sueño la tendrá Ud. cuando aprenda a adoptar una actitud serena frente al insomnio, es decir, cuando deje de considerarlo como tal; consciente de este “autoengaño”, no es Ud. quien resulta engañado, sino el insomnio. Estudie atentamente todos los métodos de relajamiento descritos en este libro. Todos ellos se combinan entre sí con facilidad y de diferentes modos y todos sirven de ayuda al sueño.

Cumpliremos el plan de sueños antes del plazo fijado
(carta con respuesta)

”¡Estimado V. L.!
Ocurre lo siguiente: después que un amigo mío y yo tuvimos conocimiento del AE por unas revistas que conseguimos, nos dimos de inmediato a la tarea de practicarlo. A mí todo me va normalmente, pero a mi amigo se le empezó a presentar un estado extraño, después de varios días de ejercicios. Después de relajarse profundamente, ciertos músculos del oído se le pusieron un poco tensos espontáneamente y percibió un ruido débil. De pronto se sintió “arrastrado” y le pareció que empezaba a dar vueltas junto con la cama, el techo e incluso con toda la habitación, experimentando la extraña sensación de que se estaba hundiendo en una especie de abismo. Después no recordó nada. A partir de entonces, empezó a provocar intencionadamente esta sensación en su persona: por la noche se acostaba en la cama, se relajaba y tensaba a voluntad ciertos músculos del oído', de nuevo, al cabo de cierto tiempo, empezaba a “dar vueltas” para “hundirse” después en el abismo. Y, como de costumbre, se despertaba a las siete de la mañana.
Desde que comenzó a experimentar dicho estado ha dejado de tener sueños. En cierta ocasión trató de hacerlo con los ojos abiertos. El experimento resultó: su madre fue a despertarlo y pensó que simplemente estaba acostado con los ojos abiertos, aunque, en realidad, dormía profundamente. Después de esto, probó realizar el experimento por el día. El resultado fue sorprendente y afirma que para él esa es la mejor forma de descansar. Ahora, practicando este método puede descansar por el día y por la noche.
¿Qué clase de estado es ese? El ruido en los oídos da motivos para pensar que se trata de uno de los trastornos del aparato vestibular. Pero, entonces, ¿de qué descanso total se puede hablar en este caso?
La sensación de descanso total da razones para pensar que ésta es una variedad de trance (autohipnosis). Quisiera añadir que, en mi caso, no se produce nada parecido a dicho estado.
Estimado V. L., mi amigo y yo tenemos grandes deseos de conocer en qué consiste ese fenómeno. Por favor, escríbanos, si no le es molestia.

A.G.”



“Estimado A. G.:
Hace tiempo que en la práctica del AE se conocen fenómenos similares a los que experimentó su amigo. Son las llamadas “descargas autógenas”. El doctor Schultz las observaba en sus pacientes, pero sobre ellas podemos encontrar datos en otras fuentes mucho más remotas: en los yogas, monjes budistas, anacoretas cristianos y otros aficionados a estos experimentos, quienes con unos u otros fines, se sumían en un estado autohipnótico, de trance. (Como es natural, las personas de creencias religiosas interpretaban estos fenómenos como señales divinas o como alucinaciones diabólicas.) En efecto, durante el relajamiento profundo, en la fase en que se han alcanzado el calor y la pesadez y se está próximo a caer en el sueño, en los practicantes del AE surgen a veces, estados extraños e imprevistos, espontáneamente, en algunos casos, y en otros, bajo el influjo de ciertos esfuerzos internos. En estos casos puede aparecer la sensación de que el cuerpo da vueltas en el espacio, que se produce una vibración interna, que varía el tamaño del cuerpo o de algunas de sus partes, o bien, la sensación de que “desaparecemos” o nos disolvemos... A veces, destellos que pasan ante los ojos o ciertos “sonidos” engañan pasajeramente a nuestros sentidos. Otras veces se escucha de repente una frase o melodía o inesperadamente “echa a andar” la película de los recuerdos. En algunos casos estos fenómenos revisten la forma de cierto estado inusual e inefable, matizado agradablemente la mayoría de las veces.
En algunos casos, después de aparecer en uno o dos ejercicios, estas “descargas” desaparecen sin dejar huellas, pero, en otras ocasiones, como en el caso de su compañero, se repiten con regularidad. El estado emocional y la presencia de ánimo casi siempre mejoran notablemente después que aquéllas pasan, como si el cerebro se hubiera despojado de algo superfluo. También yo he notado este fenómeno en mis pacientes y algunos de ellos se asustaban. Pero en estos casos no hay nada anormal en modo alguno; por lo visto, se trata de cierta reacción normal del cerebro en el límite de la vigilia y el sueño, pues algo similar ocurre en el caso de un simple sopor. A su compañero se le ponen tensos ciertos “músculos de los oídos” — esto ya es una particularidad personal de él — pero, en todo caso, esta sensación singular no constituye un “trastorno” vestibular.
La naturaleza de las descargas autógenas hasta el momento no se ha esclarecido. Pero existen razones para pensar que el mecanismo de ellas es afín a los sueños. El hecho de que su compañero haya dejado de tener sueños es una corroboración más de este aserto. Se ha demostrado ya que en el transcurso de un día debe tener lugar en nuestro cerebro un determinado número de descargas “de sueños”; es como si el cerebro tratara de cumplir el plan de producción de sueños. Evidentemente, con la ayuda del AE su compañero empezó a cumplir regularmente este plan. No se desaliente si a Ud. no le pasa lo mismo; es posible que con el tiempo lo logre. En caso contrario, significa que a Ud. no le hace falta”.
Pues bien, los “estados raros” en las fases profundas del AE constituyen un hecho frecuente, pero no siempre tienen que ocurrir necesariamente, y mientras algunos se inquietan cuando éstos se producen, otros se aflijen por lo contrario. Una vez más lo repito para todos: compórtese ante dichos estados como Ud. lo hace con los sueños y confíese totalmente a ellos. Incluso los sueños desagradables tienen su sentido positivo: es como si éstos arrojasen al exterior las tensiones psíquicas innecesarias. Se sobreentiende que un sueño lleno de pesadillas es un aviso de que existe cierto malestar interno y que después de este sueño la persona no siente que ha descansado. Pero no son las pesadillas las que tienen la culpa, pues éstas sólo representan señales, a semejanza del jadeo cuando se carga un peso excesivo o del ruido producido en el estómago cuando se revuelven los intestinos. En cuanto a las “descargas autógenas”, los momentos desagradables que las acompañan son excepcionales y extraordinariamente raros y no tan frecuentes como los que se producen cuando dormimos en un lugar cualquiera de un tren o en una hamaca. Si dichos momentos se repiten persistentemente en Ud. y no existe la posibilidad de consultar a un psicoterapeuta que conozca el AE, no se alarme en lo más mínimo ni tampoco deje el AE; modifique Ud. mismo el orden de sus ejercicios, sacrificando la intensidad de los mismos en aras de abarcar un mayor número de ellos. Dedique la atención principal a la simple liberación de los músculos y de la respiración y a las diversas formas de autorrelajamiento; ejercite la atención en estado de vigilia, relájese en movimiento, etc. Es muy probable que después de regresa al punto de partida, Ud. podrá, al cabo de cierto tiempo, pasar a las fases profundas ya completamente serenado.

Variantes de autosugestiones al salir del relajamiento profundo.
1. “Salida dilatada”: me levanto con pereza, lentamente. Mantengo todo el tiempo una leve somnolencia, un agradable estado de relajamiento.
4. “Salida neutral” descanse bien; me levanto y permanezco tranquilo.
3. Tonificante y supertonificante (véase págs. 107— 112).


A Ud. no le es difícil decidir por sí mismo cuál es la salida que justamente le hace falta en el orden individual. Ello depende del tipo de persona que Ud. sea (las personas excitables y las que viven en agitada tensión, necesitan la salida “dilatada”; las que se fatigan y se sienten decaídas, el “tonificante”) y de la tarea concreta en un momento determinado. Gorro el riesgo de caer en cierta pedantería, por sólo repito, que   l a   i m a g e n   general   d e l   e s t a d o    q u e    s e   b u s c a    — ya sea a través de palabras o representaciones — es necesario que uno se la cree por anticipado, antes de entregarse al relajamiento. Supongamos que Ud. ha decidido someterse a una autohipnosis de 15 minutos. Su tarea consiste en relajarse con la mayor profundidad posible y después levantarse enseguida fresco, animoso y activo como nunca se ha sentido. Propóngase, además, hacerlo justamente antes de adoptar la postura del AE utilizando para ello un esquema verbal como, por ejemplo, “relajamiento — animosidad” o bien una imagen: “medusagavilán”. Por ejemplo, supongamos que ahora Ud. se convierte en una medusa enorme en la que se desarrollará un gavilán; al principio es muy diminuto, pero después irá creciendo poco a poco hasta que finalmente se arrancará de aquélla... También se puede probar con otra cosa que sea totalmente distinta, pues lo que importa es que durante algunos instantes esta imagen previa “desempeñe su papel” en la imaginación suya. Todo irá bien, ya que la imagen “se pone a trabajar” espontáneamente en la subconsciencia. Luego pase al relajamiento normal subsecuente con todas las fórmulas necesarias. Durante la salida, formule de nuevo la autosugestión necesaria con imágenes o palabras (me levanto con ánimo, ligero, sereno, como un halcón, como un relámpago, como un resorte, y así sucesivamente, según lo que uno mismo improvise.) Precisamente en estos casos, si Ud. desea “solicitar” una imagen deberá pedirla en el acto a la subconsciencia y ésta le proporcionará todas las que hagan falta.
Y una vez más téngalo presente: la autosugestión lo mismo se realiza de golpe, modificando el estado en que Ud. se encuentre con asombrosa rapidez e intensidad, que también en forma dilatada, gradual y, a veces, de modo absolutamente imperceptible. En cualquiera de estos casos no pierda la confianza. El estado necesario se puede crear incluso “granito a granito” y, por ello, tanto más estable será.
Pues bien, ante nosotros ya tenemos examinada en sus detalles la

Esto, desde luego, es un esquema incompleto y convencional. Algunos niveles pueden cambiar de lugar (por ejemplo, aparecer el punto 6 ya en la fase primera o incluso en la 0).
Pero la esencia del mismo no está en un orden rígido, sino en la tendencia. Cuando Ud. aprenda a crear, según su propio parecer, cualquier fase o nivel de relajamiento en sí mismo y adquiera la habilidad de tonificarse, obtendrá la clave para llegar a la Gran Autorregulación.

Esquema aproximado de un curso de AE de 15 semanas


Ya están distribuidas las principales etapas. Esto es sólo el comienzo del camino que nos lleva a nuestro “yo”, sólo es la pista para el despegue de la tierra. No obstante, aún no se ha terminado el libro. Es posible que lo que lean más adelante, también les concierna a Uds.

Capítulo 11


Capítulo 13 (la primera parte)




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